Afrodescendientes, diez años de levantar la frente por sus derechos
julio 26, 2018
Fuente
Estado
Zapotalillo.- Yolanda y Rosa María conocen de palmo a palmo cada rincón de los pueblos negros de la Costa Chica de Oaxaca. Por más de 10 años han recorrido mares, ríos y lagunas hasta llegar a cientos de mujeres negras o afrodescendientes para capacitarlas y sensibilizarlas sobre la lucha por el reconocimiento constitucional, la inclusión y la igualdad de derechos.
La comunidad negra forma parte de las estadísticas federales desde 2015, tienen reconocimiento en la Constitución del estado de Oaxaca con la reforma del artículo 16, desde 2013, resultado de una larga lucha, pero son las mujeres quienes llevan una lucha más lenta, pues además están en el eslabón más bajo de la discriminación por ser mujeres, negras, pobres y analfabetas.
El movimiento
Las mujeres negras representan 53% de la población afro en el país, según la encuesta intercensal del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), pero no tienen estadísticas propias en salud, educación, territorio o derechos humanos para incidir en políticas públicas, como lo tienen las mujeres indígenas, porque la lucha de ellas es mucho más reciente, se remonta a escasos 10 años, cuando decidieron pasar de la cocina a la lucha social y política, “liberándose” de los líderes varones; desde entonces, existe lo que ellas llaman “movimiento de las afrodescendientes”.
Rosa María Castro Salinas, presidenta de la Asociación de Mujeres de la Costa de Oaxaca (Amco), y Yolanda Camacho, presidenta del Colectivo de la Costa de Oaxaca Na’a Tunda (Mujer negra), recuerdan que su independencia inició cuando se dieron cuenta que sólo eran utilizadas como espectáculo, para preparar la comida y el baile, pero no para tomar decisiones.
“Los hombres nos llamaban ‘mis negras’, ‘mis mujeres’, y no somos negras de nadie ni pertenecemos a nadie. Sobre todo, no luchaban por nuestros derechos y no les importaba crear una agenda con enfoque de género”, recuerda Rosa María, mientras prepara una presentación para el Segundo Encuentro Internacional de Mujeres Afrodescendientes.
“Querían seguir sometiéndonos, así que poco a poco se fueron creando agrupaciones de mujeres con liderazgo, los líderes se molestaron y decían que éramos pura llamarada de petate, pero mírennos, estas llamaradas ya tienen una agenda propia, alzan la voz en espacios internacionales, creando organizaciones y foros. Ahora queremos políticas públicas”, agrega.
Yolanda, por su parte, considera que la lucha y el movimiento en Oaxaca, Guerrero y Veracruz ya nadie lo para, aunque ve largo y tortuoso el camino, debido a que la situación que caracteriza la desigualdad de los géneros y la sociedad patriarcal ha colocado a las mujeres negras en una situación de subordinación y discriminación.
“Las mujeres afromexicanas hemos engrosado los grupos de poblaciones pobres con poco o ningún acceso a servicios básicos de salud, educación, proyectos productivos, la tierra, la vivienda o el crédito, sumado a esto el hecho de ser mujeres, negras, pobres y muchas aún analfabetas, todos estos aspectos nos colocan en una situación de alta vulnerabilidad”, reflexiona esta líder que hace cinco años creó una cooperativa de mujeres pescadoras en Zapotalito, agencia de Tututepec.
La sexualización
Aquella mano grotesca le dio un manotazo en el trasero y le apretó con fuerza, eran los años ochenta y Rosa María caminaba por una de las principales calles de la ciudad de Oaxaca. Aquel hombre, después de hacerlo, corrió y pegó una risa; ella, impotente grito, maldijo y lloró. Una señora se le acercó y le dijo que no hiciera caso que así son los hombres y más con las negras.
Esa fue la experiencia más desagradable a la que se ha enfrentado esta afrodescendiente de la población Charco Grande, perteneciente a Tututepec, en la Costa Chica. Con el tiempo, ella entendió que a las mujeres de su raza son terriblemente sexualizadas por sus rasgos físicos al grado de considerarlas “exóticas, cachondas, fogosas, calientes, putas y hasta brujas”.
“Hay muchos mitos alrededor de las negras que se mantienen y que nos lleva a la violencia física, las agresiones, acoso y discriminanción”, menciona Rosa María.
“Dentro de la comunidad, las negras o afros no lo notamos, no nos vemos así, es el otro, el de afuera, el que nos ve de esa forma. Desde el lenguaje al referirse a nosotras como ‘morena de fuego’ o que somos muy cachondas, aunque las indígenas blancas también son cachondas, nosotras estamos más sexualizadas que las demás”, reflexiona la mujer líder que seguirá luchando por los derechos de las afros.
* Javier Cabrera Martínez / [email protected]
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